Ir al contenido principal

EL TALÓN DE AQUILES DE LAS LUCHAS POPULARES




Por: Ariel Martínez 

El 17 de octubre 1945 se dio en nuestro país, uno de esos hermosos y escasos momentos de interconexión, de ida y vuelta, entre las masas populares y un dirigente que encarnó y representó en una individualidad, los intereses, sentimientos y anhelos de todo un pueblo.



Perón fue parido nuevamente ese día, cuando las masas trabajadoras irrumpieron sin pedir permiso, sin medir correlación de fuerzas, en la arena histórica de la política de nuestro país, el continente y el mundo. Ese General, que supo ser la conducción del movimiento, interpretó que los trabajadores serían, de allí en más, la piedra angular de cualquier proyecto transformador de la sociedad.

Como entonces, analizar hoy el rol que deben cumplir los trabajadores en la política y la sociedad se impone como una urgencia insoslayable; hoy, que se cumple un nuevo 1 de mayo, un nuevo Día de los Trabajadores y las Trabajadoras, un nuevo aniversario de la masacre de laburantes que lucharon por conseguir la jornada de 8 horas, entre otras cosas. Y otra vez en la historia, los trabajadores pagando con sangre el nacimiento de derechos que transformaron para mejor, aunque sea un poco, las condiciones de existencia de sus castigadas vidas.

Nos dicen hoy que fueron mentira aquellas luchas, aquellas ideas, que supieron empezar a construir una sociedad nueva socialmente más justa, donde, paulatinamente, el hombre comenzaría a dejar de ser el lobo del hombre.

Nos dicen hoy, que esas ideas quedaron vetustas. Lo dicen quienes vienen gozando desde hace décadas de las mieles de haber obtenido un triunfo parcial en la batalla contra los trabajadores. Lo dicen quienes aseguraron que las reglas de mercado forjarían el reino de la igualdad mediante el estímulo de la competencia, dejando atrás esos viejos y osados intentos de cuestionar el sacrosanto papel de la propiedad privada de todo aquello que produce.

Pero el reino de la igualdad no llegó. Y no llegó no porque se frenó un proceso, sino porque este proceso no hizo más que consolidarse y profundizarse cada día más. Cuando el muro se tiró solo se socializó la pobreza, castigando cada día a más cuerpos, se privatizó cada día más la riqueza, que, desde aquellos años, se ha concentrado cada vez en menos manos.



Las brisas progresistas

Luego de la furiosa ofensiva del neoliberalismo, como momento del capitalismo, llegó a nuestro continente, a nuestro país, un soplo de aire fresco. Las ruinas de la sociedad dejaron poco margen de avance a nuevas intentonas liberales, sobre todo en nuestro país, y aquellos que lo intentaron terminaron saltando por los aires. Los políticos que lo entendieron lograron, nuevamente, articular con las ínfulas de lucha de nuestro pueblo y los anhelos de alcanzar una vida mejor.

Néstor y Cristina en Argentina, Hugo Chávez en Venezuela, Lugo en Paraguay, Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia, Lula en Brasil, Bachelette en Chile, Zelaya en Honduras…todos ellos y ellas, con matices y diferencias, a veces muchas diferencias, lograron interpretar ciertas demandas de los pueblos a los que les tocó representar. Este fenómeno se percibió como una oleada de gobiernos “progresistas” que se asentaron en América Latina.

Sin embargo, llevaban en germen el talón de Aquiles que provocaría en algunos casos sus derrotas electorales, como en el caso de Argentina, y en otros, directamente golpes militares y cívicos que pusieron fin a sus mandatos, como en el caso Bolivia, Honduras, o casos mixtos de articulación de fuerzas represivas con golpismo parlamentario, como en Paraguay y Brasil. Solo Venezuela, y no sin complicaciones, contradicciones y dificultades, supo permanecer en pie cuando llegó el momento de la furiosa reacción de los sectores concentrados del capital. No es casualidad: las ideas de Hugo Chávez planteando el “Golpe de Timón” y la organización de las “comunas” para defender y profundizar las transformaciones jugaron y aun juegan un rol clave.

¿Cuál es ese talón de Aquiles?

Sin dudas las causas de ese retroceso son múltiples. Primeramente, vemos la ofensiva eficaz y eficiente de estos sectores que cuentan absolutamente con la propiedad de los principales resortes de la economía de nuestros países, lo que les brinda un manejo de los recursos naturales orientado hacia formas de acumulación que sin dudas los tienen como beneficiarios principales. Sobre este poder, el verdadero y profundo, es donde se asienta todo un andamiaje de remaches que sostienen y consolidan ese poder: medios de comunicación concentrados, estructuras judiciales de formas cuasi feudales estrechamente ligadas a esos sectores económicos, representantes políticos salidos de sus riñones de clase, universidades difusoras de discurso y constructora de cuadros tecnocráticos formados en las ideas liberales, etc.

Sin embargo, esto solo no puede explicar estos retrocesos. Algo que caracterizó, en mayor o menor medida, a estos procesos, fue la escasa participación de los sectores populares como sujetos activos de la transformación de sus propios destinos. En el mejor de los casos, los mismos fueron empleados como masa de maniobra para imponer reformas políticas, en muchos casos progresivas para los trabajadores y trabajadoras. Aquellos momentos donde estos sectores participaron más activamente, fueron los que dieron a luz las medidas de mayor alcance y profundidad, como por ejemplo la nueva ley de servicios de comunicación audiovisual, que aún hoy continúa vetada.

Luego de la caída del muro, y con el retroceso del movimiento obrero como actor político en el tablero mundial, se fue forjando a fuego lento pero constante un sector político social que renegaría, aparentemente, tanto del “extremismo” de medidas de carácter social, impuestas por los trabajadores y sus intentos de superar el sistema, como así también de un supuesto “capitalismo salvaje” o neoliberalismo. Esta corriente de acción y pensamiento ganó terreno ante el espacio vacante que dejaban los sectores populares en ese momento de derrota momentánea; las dictaduras en el continente, y en nuestro país en particular, no pasaron en vano. Se llevaron quizás a muchas de las y los mejores de los nuestros, los que llevaban en su práctica y prédica cotidiana el germen de un mundo nuevo.

Irrumpieron con marquesinas de novedad estos representantes forjados en las ideas de la socialdemocracia, para quienes podía hallarse un punto de equilibrio que no cuestionase el desigual sistema de acumulación de riquezas pero que a la vez no cayese en posturas de “asfixia estatizante”.

Palabras como “democracia” e “institucionalidad” comenzaron a llenarse de un nuevo sentido, con un nuevo contenido de clase, el de los que estaban imponiéndose en la disputa. No se vaciaron de contenido, como suele repetirse, dando a entender que existen “significantes vacíos”, sino que estos términos adquirieron el sello del capital, lo que aún se impone hoy en día.

Muchas y muchos de los cuadros políticos y sociales nacidos al calor de estas ideas no logran trascenderlas, sino que, al contrario, las repiten constantemente, difundiendo de esta forma, el sentido común de los sectores dominantes. Después de todo, ¿Qué es democracia, votar cada 2 años, discutir leyes cuyo sentido real no se sitúa en un edificio sino en la potencia de los sectores sociales que las sustentan?. ¿Qué es la institucionalidad, un edificio y conjunto de personas que son representativas en tanto defiendan los intereses de los sectores dominantes?...tienen significante, pero se lo está poniendo el enemigo de clase de los y las trabajadoras.

Estas oleadas de avances y retrocesos de medidas progresivas nos deben llevar a repensar urgentemente en que estamos fallando los sectores populares para poder dar vuelta la taba de una vez.

En este sentido, el movimiento obrero argentino, uno de los más combativos del mundo, ha generado algunas ideas cuyo carácter progresivo ha mirado más lejos que cualquier otro. Los programas de Huerta Grande y La Falda dan por tierra con esa mirada “progre” y “socialdemócrata” de las medias tintas y, por otra parte, también se burlan de un corporativismo abstracto, que implica el hecho de creer que si un trabajador o trabajadora encabeza un proyecto político este se vuelve positivo “per se”.

Una o un dirigente obrero puede volverse transformador cuando sintetiza en sí un programa que represente los objetivos históricos de transformación y liberación social, económica y política que necesita nuestra clase. Se impone hoy más que nunca la necesidad de abandonar los programas políticos de los sectores “humanos” del capital, los proyectos de la progresía y la clase media, para pasar a la ofensiva contra los sectores dominantes, algo que solo podremos lograr si entendemos a las masas trabajadoras como constructoras de su propio destino, masas como las que lograron un 17 de octubre.

 

 

 

Entradas populares de este blog

LAWFARE O LA CONTINUACIÓN DE LA GUERRA POR OTROS MEDIOS

  “ Y aquí ¡Gracias a Dios! Uno no cree en lo que oye” Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota Por Sergio Gomez Existe un periodismo de investigación y un periodismo de guerra. Quien se decida por el primero irá en busca de la verdad y aunque en su tránsito se encuentre atrapado por infinitos subjetivismos, lo que sea que venga estará dispuesto a aceptar.  Quien se decida por el segundo emprenderá el primer sacrificio del combate total; entrará en el terreno de la transmutación de los valores, de sus valores,  ¡Homo homini lupus! (“El hombre es el lobo del hombre”) rugirá Hobbes, ¡retornamos al estado de naturaleza precivilizatorio! De las sangrientas reyertas y el recuerdo borroso del cadáver hediondo de la Verdad, abatida por crímenes de guerra, darán testimonio extemporáneo compungidos sobrevivientes. Y la Justicia, flamante prisionera de guerra, finalmente liberada de su oscura mazmorra en tiempos de prescripción.      Quien decide el terreno donde se libra la batalla presiente la

REFLEXIONES IMPRESCINDIBLES ACERCA DEL PODER

Por Dr. Ernesto J. R. Abad En 1973, la Primavera Camporista, Piero cantaba "Hasta la toma del poder", en una estrofa de la  canción decía "...una cosa es gobernar y otra la toma del poder...". Tres elementos surgen de esta frase: Uno, gobierno no es poder, gobierno es el conjunto de órganos e instituciones que controlan y administran el Estado; Dos, "la toma", es coyuntural dependiendo de las circunstancias históricas, puede ser por acciones directas como la resistencia armada o institucional por medio de elecciones, no depende del sojuzgado, sino que resulta  una respuesta acorde en contra de quien ejerce institucionalmente ese gobierno; y tres el PODER REAL.  Hay variadas miradas teóricas sobre el fenómeno del poder, pero subyace un tema central y es que la libertad resulta una paradoja dentro de la relación del poder.  La tradicional pregunta sobre ¿qué es el poder? se puede responder de diferentes formas, si el poder es un fenómeno destinado a impone

LA PRENSA CANALLA: EL MATADERO DE LA MEMORIA

“Cuando me levanto por la mañana con una duda sobre algo, leo el Diario La Nación, me fijo en lo que dicen ahí y me paro en la posición contraria” Arturo Jauretche Por Sergio Gómez El olvido al servicio del Poder Según Joaquín Morales Sola, en su columna del Diario La Nación publicada el 10 de Enero de 2021, el programa político de Cristina Fernández de Kirchner constituiría “la nostalgia de un pasado nacionalista, supuestamente brillante y perdido”. El circunspecto periodista osa introducir en la misma concepción a personajes tan diferentes como Trump, Putin y Bolsonaro. Exhausta e incrédula la inteligencia se derrumba sobre las ruinas de la rigurosidad. El pasado siempre es fuente de inspiraciones. Allí Habitan incorruptibles tradiciones de los pueblos como incontables formas de la opresión, tantas veces desaforada, absoluta, genocida. De grandes imperios invencibles y mártires como trofeos de guerra existen océanos de tinta. Opulenta se presenta ante nuestros rostros impávidos la co