Por Sergio Gómez
Las grandes potencias mundiales, en la búsqueda de su recuperación económica tras el paso del Covid-19 demandan cada vez más productos primarios; inconmensurables subas internacionales de precios de los alimentos se producen por imperio de la vieja ley de la oferta y la demanda prometiendo mayores ingresos a las arcas nacionales por el aumento de las exportaciones. Pero, insaciable, la oligarquía diversificada quiere más y traslada la suba a los precios internos. Cruje el bolsillo de los argentinos ¿Logrará el gobierno nacional desenganchar la inflación internacional para que no afecte la nacional? Allí se juega el plato de los argentinos y el aprovechamiento del horizonte económico que se visualiza favorable en el frente externo.
La carrera electoralista de medio término tiene en su centro haberes jubilatorios, salarios, precios y tarifas. En el Mercado convulsionado por la puja distributiva los formadores de precios y destructores de salarios constituyen la represa del sistema; por las compuertas de la inflación por ellos inducida buscan diluir los ingresos populares. Pero ¡Es la macroeconomía! apuntarán verborrágicos los incansables detractores del gobierno nacional, economistas profesionales de títulos rimbombantes, sugiriendo que el problema de los precios y la inflación se encuentra únicamente en las políticas de gobierno y no en las multinacionales, la oligarquía y los oligopolios.
Un torrente de trabajadores y organizaciones políticas y sindicales se necesitan para la conquista implacable de salarios dignos y mejores niveles materiales de vida. La presión popular se torna indispensable para modificar la relación de fuerzas.
La reactivación económica es posible fortaleciendo el mercado interno, generando trabajo y mejorando el poder adquisitivo de las mayorías, ocupando la capacidad ociosa instalada e invirtiendo en los sectores claves de la economía. Como nota preliminar resulta estratégica la vacunación del pueblo argentino. Garantía de más circulación e interrelación que se traduce en mayor circulación de bienes y prestación de servicios. El poder económico concentrado lo sabe, por eso golpea, a través del escándalo mediático, contra las vacunas y los operativos de vacunación. Como siempre, intentan embarrar la cancha antes del partido. Temen que el campo nacional y popular amplíe demasiado su representación en el Congreso. El Poder Legislativo es base central para los cambios estructurales de la Patria. Tiemblan de miedo los privilegiados de siempre adoptando un aura ultraderechista con bolsas mortuorias amenazantes. Reflejos de un gorilismo intolerante.
Alberto Fernández contraataca fuertemente con el anuncio de la querella criminal contra los responsables de la nefasta toma de deuda externa adquirida con el FMI, de más de 45 mil millones de dólares, que financiaron la fuga de capitales más grande de la que se tenga memoria en la Argentina. Oportuno, el Presidente recupera la agenda pública. Se siente en la atmósfera, se avecina un año tempestuoso.
El camino es escabroso y por todas partes minado por la astucia del poder fáctico. Más que nunca ejercen su derecho otorgado no por la constitución ni por derecho divino, sino por la inmensa acumulación de riquezas; la fuerza monopolista económica y mediática es el derecho de las bestias.