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GUERRA GAUCHA EN MALVINAS, LA GESTA DEL GAUCHO RIVERO


Por: Diego Molina, estudiante de 
la Lic. de Comunicación Social de la UNM 
y del Profesorado Superior en Filosofía de la UNGS.




Nuestras islas

Las Islas Malvinas formaron parte del área bajo jurisdicción de España desde la entrada en vigor de los primeros instrumentos internacionales que delimitaron el “Nuevo Mundo” poco tiempo después del descubrimiento de 1492. Las bulas pontificias y el posterior tratado de Tardecillas de 1494, fueron los primeros instrumentos que receptan títulos de España de acuerdo al derecho internacional de aquella época.




Desde principios del siglo XVI y durante mucho tiempo después del mismo, solo navegantes al servicio de la corona Española transitaron las rutas marítimas a lo largo de la costa sudamericana, avanzando hacia el sur en la búsqueda de un paso interoceánico, fue en este avance que se produjo el descubrimiento de las Islas Malvinas por los integrantes de la expedición de Hernando de Magallanes en el año 1520. A partir de allí fueron registradas en la cartografía europea con diversos nombres y quedaron dentro de los espacios bajo control efectivo de las autoridades Españolas.

En el transcurso del siglo XVII las Islas Malvinas fueron avistadas por navegantes de otras naciones que se aventuraban en los dominios españoles a riesgo de la reacción y protestas que efectuaba España cuando tenía noticias de tales acontecimientos. Pero toda la región austral de América, con sus costas, mares e islas quedó indiscutiblemente preservada bajo la soberanía española por medio de los tratados suscriptos en aquel periodo, como el “Tratado Americano” de 1670, entre España e Inglaterra. 

Luego de la guerra de los siete años (1756-1763), Gran Bretaña derrotó a la alianza franco-española haciéndose del control marítimo y colonial sobre parte de América y Asia, convirtiéndose en la principal potencia marítima, afianzando su expansión y por lo tanto la del sistema capitalista mercantilista.

La paz de Utrecht, firmada en 1713, aseguro la integridad de la posesiones de España en América del Sur y confirmo su exclusividad de navegación en el Atlántico Sur, Inglaterra acepto dichas clausulas como signataria de los acuerdos de Utrecht y de tratados posteriores del siglo XVIII que así, lo ratificaban. 

Las Islas Malvinas comenzaron a ser objeto del interés de Gran Bretaña y Francia, que aspiraban a contar con un enclave estratégicamente ubicado frente al estrecho de Magallanes. En 1749 España se enteró de un proyecto británico para establecerse en las Islas Malvinas, la firme protesta ante el gobierno británico desecho los planes de llevarlo a cabo, cuando en 1764 Francia instaló una base llamada Port Louis en la Isla Soledad, España se opuso y obtuvo el reconocimiento de Francia de su derecho a las Islas, el gobierno francés ordeno la entrega del establecimiento que se concretó en 1767 y desde entonces hubo en Malvinas un gobernador español, residente en ellas, dependiente de Buenos Aires, luego de la incursión francesa, una expedición británica llego clandestinamente y en 1766 levantaron un fuerte en un lugar que llamaron Port Egmont en una isla situada al oeste de Gran Malvinas, pese al secreto de la operación, España tuvo conocimiento del mismo y protesto nuevamente, al no ser atendido el reclamo en 1770, expulso por la fuerza a sus ocupantes motivo por el cual se estuvo al borde de una guerra, evitada por un acuerdo firmado en 1771. 

El león inglés y sus garras en el Atlántico sur 

La debilidad de la parasitaria burguesía española para transformarse en la clase social que industrializara España, aun con la riqueza extraída de las colonias del nuevo mundo, lanzó a Gran Bretaña a las intrigas que culminaron en la fragmentación en 20 Estados de los antiguos virreinatos de América. En consecuencia, Manuel José García, diplomático argentino durante el gobierno de Rivadavia, siguiendo instrucciones del inglés Ponsomby (Lord Ponzoña) ponía fin a la guerra del Brasil con la entrega de la Banda Oriental, constituyendo este, un estado tapón  en el atlántico, entre Las provincias unidas y el imperio del Brasil.  A su vez, la caída de O’Higgins en el hermano país trasandino, determinó la consolidación de la oligarquía chilena en alianza con el imperio británico y de esa manera cada ciudad fundada alrededor de un puerto se constituyó en un país independiente.



El viejo cuento de la sardina y el tiburón, “es la política de libre competencia, que pretende emparejar a doña Paula Albarracín, humilde artesana cuyana con, las poderosas máquinas de Manchester” (N Galasso 1999). 

“L
a gran importancia de la estación (…) La base que pretendían establecer sería la llave de todo el Océano Pacífico”. Con claridad destacaba la importancia de “esta isla” que “debe dominar los puertos y el comercio de Chile, Perú, Panamá, Acapulco y, en una palabra, todo el territorio español que da sobre ese mar. Hará que en adelante todas nuestras expediciones a esos lugares nos resulten muy lucrativas, de carácter fatal para España, y ya no serán tan tediosas e inseguras en una guerra futura (…) Su Gracia se dará cuenta (…) de las prodigiosas ventajas que en el porvenir representará el establecimiento de una base a la primera nación que se instale en ella firmemente” (Hugo Gambini, 1982, 98)

La sucesión de 32 gobernadores españoles en la Islas Malvinas fue continua hasta 1811, los primeros gobiernos patrios de Las Provincias Unidas del Rio de la Plata, se tuvieron en cuenta mediante actos administrativos a las Malvinas a las que consideraron parte integrante de su territorio heredado de España por sucesión de Estados, según el uti possidetis juris de 1810.

En 1820, el oficial de Marina David Jewett tomo posesión de las Islas Malvinas en nombre de Las provincias Unidas del Rio de la Plata en un acto en público en puerto Soledad, la noticia fue publicada en diferentes periódicos de EEUU y del Reino Unido sin provocar comentarios oficiales por parte de estos países. Tampoco el Reino Unido manifestó pretensión alguna sobre dicho territorio en el proceso de reconocimiento del naciente estado Argentino, que culminó con la firma del tratado de amistad, comercio y navegación de 1825.

Desde 1820 los gobiernos Argentinos realizaron diversos actos demostrativos de soberanía, incluyendo la designación de gobernadores, legislación sobre recursos pesqueros y otorgamientos de concesiones territoriales. 

El 10 de Junio de 1829 se crea por decreto la comandancia política y militar de las Malvinas, luego de medio siglo en el curso de cual se sucedieron administraciones Españolas y Argentinas en Las Malvinas, en Noviembre de 1829 el Reino Unido protesto dicho decreto, en el marco de un renovado “interés estratégico en el Atlántico Sur. El primer antecedente de agresión militar a las Islas Malvinas siendo estas administradas por el estado Argentino, data de finales de 1831 por parte una fragata de EEUU que arraso Puerto Soledad con sus cañones en represalia por la captura de buques loberos de esa nacionalidad que habían sido hallados en infracción a la legislación de pesca por las autoridades Argentinas. 

Dicho atentado fue utilizado como excusa por los ingleses para usurpar las Malvinas. Como indica Bruno Tordini en su libro “Malvinas: Historia, aspectos jurídicos y económicos”, citando al historiador canadiense Ferns, Estados Unidos se comprometió a reconocer la soberanía británica de las islas a cambio del reconocimiento de derechos de libre pesca. Ello desnuda la histórica alianza entre Estados Unidos y Gran Bretaña. De esta forma el león ingles afilaba sus garras en el atlántico sur.

Nunca rendirse

Fue durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas. Por orden del Restaurador, el 10 de septiembre de 1832 el Ministerio de Guerra y Marina designa provisoriamente como comandante civil y militar de las Malvinas al mayor de artillería Juan Esteban Mestivier. 

Las instrucciones que lleva Pinedo, firmadas por el ministro de Guerra y Marina, Juan Ramón Balcarce, son claras: “El comandante de la goleta Sarandí guardará la mayor circunspección con los buques de guerra extranjeros, no los insultará jamás; mas en el caso de ser atropellado violentamente […] deberá defenderse de cualquier superioridad de que fuere atacado con el mayor valor, nunca se rendirá a fuerzas superiores sin cubrirse de gloria en su gallarda resistencia […y] no podrá retirarse de las islas Malvinas mientras no le fuera orden competente para efectuarlo”. 

Meses más tarde, los acontecimientos demostrarán que Pinedo no estaba a la altura de las instrucciones Juan Esteban Mestivier,  lleva por aquel entonces, 2 años de casado con Gertrudis Sánchez, una porteña de 22 años, que está embarazada. Quince días después, la goleta de guerra Sarandí, a las órdenes del teniente coronel de marina José María Pinedo, de 38 años, parte hacia las islas con Mestivier, su joven esposa y 25 soldados del Regimiento Patricios al mando del teniente primero José Gomila.

La expedición arriba a Puerto Soledad el 7 de octubre. Pinedo sale a recorrer en su goleta las costas de las islas y regresa el 30 de diciembre, con la idea de festejar el nuevo año en tierra. El oficial se encuentra con un desastre: un ex esclavo negro que revistaba en el Regimiento Patricios, Manuel Sáenz Valiente, y seis soldados se han amotinado y asesinado al mayor Mestivier, mientras Gertrudis Sánchez daba a luz. Los insubordinados también mataron a un comerciante y a su mujer, robaron caballos y huyeron al campo. El teniente primero Gomila no sólo no intervino sino que obligó a la viuda de Mestivier a convivir con él. Con ayuda de los peones malvineros y la tripulación de un barco francés, Pinedo encarcela a los insurrectos. 

Asustados por los acontecimientos, los colonos de la isla celebran el Año Nuevo quizá con la esperanza de un futuro de paz y prosperidad. Pero el drama recién comienza. El 2 de enero de 1833 llega la fragata de guerra inglesa Clío, al mando del capitán John James Onslow, de apenas 23 años de edad e hijo de un almirante de la Corona. El marino le comunica a Pinedo que tiene orden de ocupar el archipiélago en nombre de Gran Bretaña y le da plazo hasta el día siguiente para arriar la bandera argentina y retirarse. El Oficial argentino se rendiría así nomás y regresaría de inmediato a Buenos Aires, los gauchos murmuraban por lo bajo haciendo notar su descontento. Pinedo entonces, les ofreció volver a bordo de la Sarandí con él. Los Gauchos se negaron. Rivero dijo que su Patria estaba allí, en Malvinas y que ofrecían sus vidas para defenderla. «Cuente con nosotros Coronel» Pinedo al igual que años más tarde el capitán de fragata Alfredo Astiz, sin ningún tipo de resistencia y violando las instrucciones recibidas, abandona la posición sin oponer resistencia, a la mañana siguiente ordena a sus hombres que embarquen y ofrece trasladar a Buenos Aires a los pobladores que quieran abandonar Puerto Soledad.

A la partida de Pinedo, quedan  en puerto Soledad apenas 26 personas: 21 hombres, tres mujeres y dos niños. A eso se reduce la población de lo que poco tiempo antes era un laborioso establecimiento ganadero.

El capitán Onslow parte en la fragata Clío el 14 de enero, luego de encomendar la custodia del pabellón inglés a William Dickson, un irlandés encargado del almacén de víveres del poblado. La misión de Dickson es enarbolar la bandera los días domingo y cuando se presenten naves extranjeras, incluidas las argentinas. 

Así como San Martín, Artigas o Bolívar defendían la causa de unidad frente a la monarquía absoluta española primero y ante las maquinaciones inglesas después, lo propio hacían los caudillos federales o los llaneros venezolanos contra el monopolio portuario que garantizaba el ingreso de las mercancías británicas en detrimento de la insipiente industria local.  

El propio Sarmiento, al constatar la postración económica de los pueblos del interior, confundía el efecto con la causa y centraba su crítica en los caudillos, meros emergentes de las masas desposeídas que se iban a insurreccionar contra ese librecambismo nefasto para las industrias domesticas de las provincias. Acaso de esa errónea concepción nazca el odio hacia las masas nativas. Y así mientras Moreno creía que en bien de la revolución “hay que elevar al gauchaje y hacerle tomar interés en esta obra”.

Sarmiento confesaba “tengo odio a la barbarie popular, la chusma y el pueblo gaucho nos es hostil. “Mientras haya chiripa no habrá ciudades”.En ese marco, el conflicto de Malvinas se suscita como consecuencia de la política británica de expansión, transformándose Malvinas en “la llave del Pacífico”. 

Estalla la rebelión 

Las nuevas “autoridades” humillaron a la escasa población argentina en Malvinas, negándoles alimento, extendiéndoles las tareas campestres y ejerciendo excesos de autoridad sobre el gauchaje. La situación se fue tornando desesperante para los peones, que no se quedaron con los brazos cruzados. El 26 de agosto de 1833 estalló la rebelión. Al frente se puso el gaucho entrerriano Antonio Rivero. Lo siguieron José María Luna, Juan Brasido, Luciano Flores, Manuel Godoy, Felipe Salazar, Manuel González y Latorre. 

Este grupo de gauchos e indios enfrentaron la usurpación inglesa, tomando las islas y enarbolando la bandera argentina. El levantamiento comenzó la madrugada del 26 de agosto, tomando la casa de la comandancia que estaba en manos de los ingleses. Terminaron con la vida de los cuatro ingleses presentes como autoridad en aquel momento, y luego de arriar la bandera inglesa, izaron la azul y blanca. Es así que durante todo ese año de 1833 y hasta el 18 de Marzo de 1834, aguantaron como tigres lo que se venía allá en Malvinas. 

En marzo de 1834, luego de los 7 meses que duró la recuperación de las islas, mientras esperaban que Buenos Aires enviara una expedición para ayudarlos, que nunca llegaria. Arribaron a las Islas los buques ingleses “Challenger” y “Hopeful” con el objetivo de perseguir y capturar a los hacedores de la derrota británica en 1833.

Los gauchos argentinos fueron perseguidos por las tropas británicas, algunos fueron asesinados y los que quedaron con vida, apresados y llevados a los tribunales ingleses. Varias expediciones fueron necesarias para dar con la gallarda valentía de estos gauchos. El último en ser capturado, fue el mismo Rivero.

Una vez en Londres, el Ministerio Fiscal a cargo del inglés Phillipps indicó que “sería escasamente aconsejable si resultase una condena, de llevar a ejecución” lo que según Mario Tesler “deja entrever una probable exaltación de los gauchos como autores de una resistencia al usurpador, por parte de nuestro pueblo y gobierno” (Hugo Gambini, 259) Rivero fue liberado en las costas de Montevideo en 1835.  

Si bien nunca más volvió a pisar las islas Malvinas, su resistencia al invasor no terminó allí, sino en la batalla de la Vuelta de Obligado donde murió a los 37 años bajo la bandera argentina que enfrentaba a la flota anglo-francesa. “Los gauchos no tendrían, sin duda, una concepción precisa y clara del significado actualmente asignable al vocablo patria. Pero nos inclinamos a pensar que los gauchos la sentían en forma primigenia. Sabían perfectamente lo que era el gringo invasor. En aquella primera etapa de resistencia y ajusticiamiento de los representantes del gobierno británico, a la manera gaucha, el levantamiento fue suficiente”  (Hugo Gambini, 257-258).

¿El Gaucho Rivero patriota o mal entretenido?

No hay unanimidad de opinión respecto a la figura de Rivero y sus acciones en Malvinas por parte de los historiadores argentinos. Ricardo Caillet Bois y Humberto Burzio, miembros de la Academia Nacional de la Historia de la República Argentina, mediante un dictamen emitido en el año 1967, opinaron que las acciones de Rivero carecieron de todo motivo patriótico, aunque llegaron a esta conclusión luego de analizar los documentos contemporáneos al alzamiento, que son exclusivamente de origen británico. 

Por otro lado, La Academia Nacional de la Historia, fundada  por Bartolomé Mitre, respecto a la figura del gaucho Rivero, expresa en forma literal que “los antecedentes históricos documentados hasta el momento no son nada favorables para otorgar a Rivero títulos que justifiquen el homenaje que se proyecta, con más buena fe y entusiasmo patriótico que verdad histórica” (Hugo Gambini, 277)

Cabe destacar que los documentos en los cuales la Academia se basa para dar este dictamen son de origen británico y es bien sabido que no es la primera vez que esta institución desestima todo acto o material histórico que contribuya a la conformación de una historia contraria a la anglo porteña que se nos ha impuesto; así podemos recordar lo acontecido con la “falta de autenticidad” del Plan de Operaciones de Mariano Moreno.



Arturo Jauretche, expresa en su libro “Polémicas”, en una discusión sostenida con el historiador Félix Luna, que existe y existió siempre una política de la historia sostenida por un aparato poderoso de la superestructura cultural que por medio de la falsificación, perturba el pensamiento de las generaciones próximas, así la historia “es sólo un instrumento de planes más vastos destinados precisamente a impedir que la historia, la historia verdadera, contribuya a la formación de una conciencia histórica que es la base necesaria de toda política de la nación” (Arturo Jauretche, 79)

Mitre decía en 1861 al inaugurar el Ferrocarril Sud: “démonos cuenta de este triunfo pacífico, busquemos el nervio motor de esos progresos y veamos cuál es la fuerza inicial que lo pone en movimiento. ¿Cuál es la fuerza que impulsa ese progreso? Señores: es el capital ingles” (Jorge Abelardo Ramos, 31,32)

El mismo carácter pro inglés del creador de La Nación, tiene la Academia Nacional de la Historia que durante el gobierno de Onganía, decidió “convenientemente” que el gaucho Rivero era un delincuente y un asesino y no era digno de homenaje.

El revisionismo histórico argentino tradicional, rescata la figura de Rivero poniendo el acento en los móviles patrióticos de la rebelión gaucha contra la autoridad británica. Finalmente, una nueva corriente revisionista de la historia argentina, sostenida por Felipe Pigna (1959- ), José María Rosa (1906-1991), Fermín Chávez (1924-2006), Pablo Hernández, y Horacio Chitarroni, encuentra en este alzamiento una conjunción entre las luchas y reivindicaciones sociales y populares por un lado, con las nacionales y patrióticas por el otro. Los historiadores revisionistas reconocen que en las fuentes históricas no se encuentra referencia a ningún motivo patriótico por los asesinatos de los cinco empleados de Vernet, pero sostienen que el origen británico de las mismas significa que son poco fiables.

Soberanía es cuidar lo nuestro

Durante los próximos 17 años los reclamos de soberanía serán ejercidos por Manuel Moreno, por la vía diplomática ya que se había descartado la opción de recuperar las Malvinas a través de las armas, entre otras cosas, como dice José María Rosa, por nuestra dependencia de Gran Bretaña por causa del empréstito de la Baring Brothers.“Un deudor no puede romper relaciones con su acreedor y la Argentina no estaba en condiciones de pagar su deuda y asumir la actitud gallarda correspondiente. Esto, por lo demás, lo sabía perfectamente el gabinete británico” (José María Rosa, 189)

Manuel Moreno, en sus “protestas” (*Moreno) describe los títulos y derechos que le son propios a las Provincias Unidas del Río de La Plata, primero los de España y luego los de Buenos Aires, y en relación al acuerdo de 1771 entre Gran Bretaña y España, Moreno afirma que“…el Gobierno Español en este instrumento solemne protesta que la restitución del puerto Egmont no le debe perjudicar, y se reserva sus derechos a la soberanía de las Islas. El Gobierno de S. M. B. precisamente en el acto de responder a este instrumento y de aceptarlo, se calla sobre aquella cláusula…” (*Moreno)

En tiempos de Rosas, se le encomendó a Moreno que iniciara tratativas con Gran Bretaña para venderles (1838) o arrendarles (1848) las Islas Malvinas a cambio de anular la deuda que Rivadavia había contraído con la Baring Brothers. Rosas pretendía cancelar las negociaciones una vez que la Corona Británica aceptara la propuesta, ya que al aceptar a Malvinas como un bien del que las Provincias Unidas del Río de la Plata podían disponer para saldar la mencionada deuda, estaba aceptando la soberanía rioplatense sobre el archipiélago. Inglaterra, consciente de la medida de Rosas, jamás se sentó a negociar.

En 1835, Juan Manuel de Rosas expresó en apoyo a Manuel Moreno que “…el gobierno jamás desistirá de su empeño de reclamar también de la justicia del gabinete británico el reconocimiento de los claros e incuestionables derechos de la República a aquellas islas y la competente reparación” (José María Rosa, 187). 

La causa Malvinas es una causa de América latina, más tarde que temprano nuestros pueblos deben tomar conciencia de la importancia estratégica de nuestras Islas Malvinas, y lento pero a paso firme los pueblos  deben emprender el camino de la liberación nacional y social, una segunda independencia de Hispanoamérica,  deberá romper para siempre las cadenas invisibles del colonialismo, es en este siglo donde la clase trabajadora debe estar más unida que nunca en la lucha por sus intereses, ese será el mejor homenaje que podemos hacer por el gaucho Rivero y su gesta. 




BIBLIOGRAFIA:


Norberto Galasso, cuadernos  para la otra historia, 1999. 

Hugo Gambini. Crónica documental de Malvinas.

Arturo Jauretche, Polémicas; Nosotros no somos jueces, somos fiscales, Buenos Aires: Editorial PEÑA LILLO, 2007.

Jorge Abelardo Ramos, Revolución y contrarrevolución en la Argentina; Del Patriciado a la Oligarquía, Buenos Aires: Editorial Peña Lillo 2006.

José María Rosa, Historia Argentina, Tomo 4, Buenos Aires: Editorial Oriente S.A. 1974, 189.

[*] Moreno, Manuel, Protesta formal a la Corona Británica sobre el procedimiento de aquel gobierno en relación a la soberanía y posesión de las Islas Malvinas,Buenos Aires: Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, documento del 17 de junio de 1833.





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